Autorretrato Doble



Autores: Pilar Campos y Carlos Rod
Intérpretes: Jesús Barranco y Raúl Marcos
Dirección y espacio escénico: Óscar G. Villegas
Producción y distribución: Andrea Pacheco
Diseño gráfico: Arcadio

(texto publicado por la editorial LaUña Rota en 2005)




"Nacimos viejos. Enfermos. Con todo el pasado por delante. La juventud nos espera. Somos como ellas. Y somos ellas. A lo largo de una hora de espectáculo, los dos actores, que esperan la llegada del público tomando una taza de té, reconstruyen minuciosamente el lenguaje, el pensamiento, los sueños, miedos y dudas de dos mujeres que asisten, con humor y valentía, a la decadencia inevitable de la vejez."






                                                                                                                                                                                                                                         ©aitana guzmán 

En la sala nos reunimos cinco personas. Dos dramaturgos y un director de escena. Y justo en frente de nosotros, dos actores. Esa y solo esa era la consigna. Reunirse. Nos habíamos reunido para vernos. Para hablar. Para tantearnos. Para explicarnos. El qué. No lo sabíamos. Era la primera vez que trabajábamos juntos. La temática era muy delicada. Nos habíamos propuesto escribir sobre dos mujeres. Dos mujeres de carne y hueso. Ambas de edad avanzada. Se trataba de la madre de Jesús Barranco y de la abuela de Raúl Marcos. Los actores. Este hecho hacía que todo cuanto acontecía frente a nosotros estuviera revestido de una verdad incuestionable. De una verdad histórica. Los actores nos relataban, a través de una serie de juegos, episodios de su infancia, de su adolescencia. Una autobiografía con pelos y señales siempre en relación con las dos mujeres. Visto así, cada uno de esos encuentros nos sirvió para preparar una partitura. Una partitura con palabras y gestos que desembocaría al cabo de un tiempo en un texto dramático que titulamos Autorretrato doble. Este proceso dejaba al descubierto, más que nunca, el principal cometido al que se enfrenta cualquier escritor. Es decir, manipular verbalmente una realidad. En este caso, nos afanamos en manipular la realidad de estas dos mujeres para conseguir, a través de la mentira, de la ficción, ser del todo fieles a la realidad de esas dos mujeres.
Todos los encuentros previos habían fijado las claves sobre las que debíamos trabajar cada uno de nosotros. No había lugar a engaños. Cada cual sabía a lo que se enfrentaba. A sí mismo. A su propio retrato. Los actores se apropiaron, ensayo tras ensayo, de cada palabra escrita. Haciendo de todo ello un solo cuerpo. Nosotros, como autores, nos sentimos dentro de ese cuerpo. Y si escribimos la obra para cada uno de ellos, también sabíamos que el director y los actores reescribirían el texto para cada uno de nosotros. Porque lo que hicieron el director y los actores con Autorretrato doble fue una auténtica reescritura. O dicho de otra forma,  supieron manipular verbalmente el texto escrito para, mediante la ficción, ser fieles a la verdad del texto.







                                                                                                                                                                                                                                         ©aitana guzmán